Esta semana Kódigo Malva quiere homenajear a la prestigiosa matemática de referencia mundial que falleció el pasado sábado 15 junio, cuya entrega a la investigación y la docencia le permitió hacer una brillante carrera, primero en Canadá y luego en Estados Unidos, y la convirtió en una admirada algebrista. Eso para gran parte de la comunidad científica internacional, pero no en su tierra natal, donde fue ninguneada reiteradamente.
Doctora en matemáticas e investigadora, formó parte de la primera promoción de licenciados en Matemáticas de la Universidad Central de Madrid en 1950 y fue, además, la primera mujer en lograr una beca Fullbright de Estados Unidos, y con apenas 30 años, logró doctorarse por la prestigiosa Universidad de Yale. Pero en la España de la dictadura franquista ser mujer y científica no era bien visto. Y ese título tan cotizado de nada valía a los ojos ciegos del régimen. De sencillez extrema hasta el final de sus días y “de mente abstracta”, como le gustaba subrayar, la joven catedrática se vio obligada a doctorarse de nuevo en Madrid en 1960, por segunda vez, con ni siquiera la garantía de poder optar luego a unas oposiciones de profesora para “conseguir, a lo mejor y con un poco de suerte, una plaza” en algún instituto.
Aquel segundo título de doctora perdido en los oscuros meandros de la dictadura, tardaría medio siglo en serle enviado. Lo recibió en su retiro coruñés en 2008, coincidiendo con los reconocimientos y redescubrimiento de su figura que le brindaron sus colegas españoles al aprender por casualidad la galleguidad de la Wonenburger que tantas veces citaban como referencia.
Experta en la teoría de gruposy artífice “del salto al álgebra de los infinitos”, como resumía una de las complejas teorías científicas, la de Kac-Moody, que la hizo célebre en la otra orilla del Atlántico. En el 2010 fue la primera científica investida doctora honoris causa por la Universidade da Coruña.
Trabajó como investigadora en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Además recibió una beca postdoctoral de la Queen University en Canadá donde dirigió alguna tesis doctoral.
La sonoridad germana de su apellido, le hizo permanecer dos décadas en el anonimato cuando regresó a su ciudad natal en 1983, dejando su brillante carrera internacional, para cuidar de su madre enferma.Agradecía pero rehuyendo de todo bombo, con esmerada sobriedad, los muchos homenajes de los últimos años. Pero su pasión eran los números. Y a ello se entregó hasta el infinito.
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