
Como venimos contando desde hace meses, en Kódigo Malva somos parte del proyecto Adopta una Autora, en el que dentro de nuestro club del libro, Kódigo Virginia, hemos decidido dar visibilidad y voz a una autora parcialmente olvidada de la Literatura española, Adelaida García Morales.
La sesión de debate la iniciamos con la lectura de una poesía de la poetisa siria Maram Al-Masri.
Este mes hemos vuelto a sumergirnos un poco más en la obra de nuestra autora adoptada con El testamento de Regina, obra de 2001, etapa más tardía de la producción de Adelaida.
Desde su inicio, El testamento de Regina nos pareció desconcertante, arriesgada, incluso macabra en algunos pasajes, y con toques de novela negra. Se trata de una novela breve, lo cual nos resultó parte de sus virtudes, pero también de sus carencias, ya que pide más desarrollo.
La obra cuenta un año en la vida de Susana, una joven psiquiatra a la que una anciana dama de Sevilla, Regina, contrata para que dictamine que no está incapacitada, en contra de la opinión de sus familiares. Para este fin, y para protegerse de los constantes intentos de apoderarse de su herencia, Regina ofrece empleo a jornada completa a Susana, para que, compartiendo convivencia, de fe de su estabilidad mental. Es a partir de ahí cuando Susana empieza a fascinarse por Regina, por su historia de vida, su forma de desenvolverse en el mundo y con sus maquiavélicos familiares.
Es a partir de ahí cuando asoma una sensación fantasmal de irrealidad en todos los eventos de la vida de la “paciente”, su infancia, matrimonio, la maternidad…adentrarse en el mundo de Regina es dejar de pisar sobre seguro, rechazar de plano la cotidianeidad y la racionalidad para saber más sobre ella, una anciana fascinante que la misma Susana define como “intemporal”.
Desde el inicio del relato, se nos da a entender que el vehículo de la trama es el dinero, cuando en realidad son las pasiones, el amor, los celos y la culpa.
El Testamento de Regina está lejos del lirismo que Adelaida desplegaba en sus primeras obras, pero no deja de ser reivindicable por su osadía a la hora de plasmar determinados eventos, y por ser nuevamente, un libro con una gran sensibilidad femenina y consciente de los espacios que a la mujer aún le quedan por ocupar en la Literatura.
Nos quedamos con unas palabras que Adelaida García Morales plasmó en una entrevista a propósito de la cantidad de mujeres que hay en sus novelas:
“Las mujeres, como mis protagonistas, son luchadoras, buscan algo. Creo que la mujer de mi generación ha tenido que romper más prejuicios que el hombre, es más luchadora, más dura, compleja, incorpora las emociones, las experiencias. Ahora le toca a la mujer participar, y hay que prestarle atención. El hombre ha jugado su partida con la existencia y la ha perdido, nos ha llevado a la catástrofe. La mujer es la reserva que le queda a la vida, por sus valores, por ser más altruista, aunque la sociedad, hasta ahora, nunca le haya pedido a la mujer ser alguien” (En el Cultural, 17/01/2001).