Kate Bolick creció pensando que acabaría casándose. Incluso tenía una fecha límite para hacerlo: los treinta años. Se concedió hasta entonces para estudiar, experimentar y decidir qué hacer con su vida. Sin embargo, cuando llegó a la treintena ese deseo de casarse se había evaporado. Una nueva década cargada de ambiciones se abría ante ella. Y el matrimonio se convertía en una molestia.
A través de su mirada y de su experiencia consigue explicar cómo la literatura de Edna St.Vincent Millay, Maeve Brennan, Edith Wharthon, Neith Boyce y Charlotte Perkins Gillman la ayudaron a apasionarse, a no buscar en los demás sino en ella misma, a vivir como una mujer que no necesita de nadie para construir su identidad.
"Maeve, la primera de mis cinco despertadoras, me había aportado una imagen y un punto de vista que pusieron mi ser adulto en movimiento. Neith me había dado las palabras para pensar de forma crítica en el matrimonio y labrarme de verdad una vida propia. Edna me había guiado a través de los primeros años, tan confusos, del sexo como persona soltera. Lo que Edith me enseñó fue lo siguiente: para vivir sola y feliz hace falta contar con tu propio pensamiento consciente."
Contribuye especialmente a investigar sobre la búsqueda de la identidad femenina en una época en la que mitad de la población está soltera.
El trabajo –y por este concepto entiende el empleo remunerado fuera del hogar, en fábricas, oficinas y escuelas, no las tradicionales tareas sin sueldo de cuidar los hijos y la casa– es primordial para la evolución de todas las mujeres y fundamental en el caso de las solteras.
Porque Kate Bolick nos habla del matrimonio, de las aspiraciones en la vida, la soledad, el éxito, aprender a valorarse a una misma y buscar la felicidad allí donde nadie te dijo que podrías encontrarla… y quién sabe, quizá todo esto pase por alcanzar una etapa de «solterona», confabular contigo y atreverte a descubrir el mundo por tus propios ojos. Sin ser la sombra de nadie. Sin depender de segundas opiniones o anteponer las necesidades de terceros a las tuyas propias.
No es una crítica cínica ni arremete contra las relaciones, algo que algunos podrían llegar a pensar. Al contrario. Tan solo es una reflexión sobre lo importante que es valorarse a una mismo, tener tu lugar en el mundo, y que nadie debería sentirse marginada o diferente por elegir tomar su propio camino en contra de lo que dicte nuestra sociedad.
¿Por qué existe el término «solterona» y siempre es usado como algo despectivo, cuando para los hombres se emplea el «soltero de oro»? ¿Es que es aceptable que un hombre esté soltero, pero para una mujer significa haber fracasado en la vida? ¿Tan peligroso es ambicionar independencia?
Opinamos que es un libro estimulante para repensar nuestras propias relaciones y nuestra soledad, o en palabras de la autora la construcción de LA VIDA PROPIA.