La película “La puerta abierta” es la ópera prima de la directora Marina Seresesky. Ha sido una película real que nos ha emocionado porque aunque refleje un ambiente muy lejano para nosotras, está llena de muchos gestos que permite empatizar con muchas situaciones.
En la sesión de octubre de nuestro cinefórum feminista #KódigoCineMa destacamos varios elementos importantes en la película; las relaciones interpersonales, las maternidades y los cuidados, el papel que juega la corrala en si misma como espacio físico dentro de la película y sobre todo, nos pareció una película que habla sobre la vida misma, sin edulcorar cuando habla de la precariedad y de las relaciones, pero con toques de humor que se notan que no son impostados, pues del mismo modo forman parte de la vida.
Del mismo modo analizamos los personajes, que se van agrandando a medida que avanza la película, y subrayamos el papel de la niña, que es a través de quien se “impone” la ternura. También hemos reconocido dentro del juego de espejos lo que odian-odiamos de nosotras mismas.
Hay dos frases que se repiten durante la película que no hemos podido dejar de señalar; “cierra la puerta” y sobre todo, “si quieres llorar, llora”.
Pero sobre todo nos ha permitido debatir y compartir reflexiones sobre como se ejerce esa violencia estructural, como se refleja la desigualdad y la precarización -la pobreza que se hereda-, la perversidad de un sistema de protección a la infancia que es atravesada por el clasismo y el racismo institucional y como lo comunitario -dentro de las dificultades que supone vivir en una comunidad- es una amenaza para el sistema.