Con motivo de la celebración del Día Mundial del Diseño Gráfico (27 de abril) Kódigo Malva os acerca a Sheila Levrant de Bretteville (1940 Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos) diseñadora gráfica, artista y educadora. Fue la primera mujer en dirigir la Escuela de Arte de la Universidad de Yale en 1990.
En 1971, fundó el primer programa de diseño para las mujeres en el Instituto de las Artes de California , y dos años más tarde co-fundó el edificio de la mujer , un centro público en Los Angeles dedicado a la educación y la cultura de las mujeres. En 1973, de Bretteville fundó el Centro Gráfico de la Mujer y co-fundador de la feminista Estudio Taller (junto con Judy Chicago y Arlene Cuervo ), ambos con sede en el edificio de la Mujer.
Diseñó un cáncamo con el símbolo de la mujer en cadena, con la intención de representar “la fuerza sin puño”. Este diseño se utilizó en el cartel de la conferencia celebrada en el edificio de Diseño de la Mujer Los Angeles en 1975 que El grupo de arte feminista Hermanas de Jam (Mikaela y Moa Krestesen) convirtieron móvil; ven el cáncamo «como símbolo de la labor ya realizada, sino también como un estímulo para el trabajo que aún no se ha completado.»
En 1973, creó «Rosa», con intención de explorar este color al género femenino para un Instituto Americano de Artes Gráficas de exposiciones sobre el color.
Varias mujeres del Taller de estudio Feminista realizaron investigaciones asociadas que asocian este color con el género femenino. La consecuencia de este estudió sirvió para que la apodaran “Pinky”.
En 1980 de Bretteville inició el programa de diseño de comunicación en la Universidad Otis de Arte y Diseño.
Bretteville ha trabajado con éxito en el campo del arte en lugares públicos y en las calles. Una de sus obras más conocidas es “Biddy Mason Place’s: A Passage of Time”, un muro de hormigón con objetos incrustados en el centro de Los Ángeles que cuenta la historia de Biddy Mason, una ex esclava que se convirtió en partera que vivía cerca del lugar.
Ha sido galardonada con numerosos premios, incluyendo la Medalla de Oro 2004 del Instituto Americano de Artes Gráficas, el más distinguido en el campo, en reconocimiento a logros excepcionales, servicios u otras contribuciones en el campo del diseño y la comunicación visual.
Respecto a las perspectivas feministas en el campo del diseño gráfico, hay que señalar que el feminismo desde siempre ha sido consciente de que las imágenes, signos, estilos y símbolos, etc., forman parte de sistemas de comunicación complejos y sofisticados. De ahí que los movimientos feministas pronto recurrieran al diseño gráfico como una herramienta de denuncia, crítica o movilización y que hayan puesto especial énfasis en el análisis de los sistemas de representación.
Para el feminismo, la gráfica ha sido crucial. Como ha señalado Liz McQuiston, toda batalla necesita sus heraldos y uniformes y cada campaña de propaganda necesita de apoyo visual. Todo ello ha dado lugar a una imaginería propia y también a unas líneas de trabajo que manifiestan cierta unidad entre ellas.
El feminismo ha demostrado que la visualidad, es decir, las condiciones de cómo vemos y construimos el significado de lo que vemos, es una de las claves para entender cómo el género se inscribe en la cultura occidental.
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