
Cuando en el club de lectura de Kódigo Malva, nuestro Kódigo Virginia, nos enfrentamos por vez primera a un libro de Adelaida, sabíamos que nos transportaría a sus vivencias y parte de su biografía. Lo que no imaginábamos es que palparíamos tan a flor de piel, mientras leíamos, su mundo interior, su melancolía y soledad, su agudeza a la hora de describir los paisajes alpujarreños y sus gentes.
El Silencio de las Sirenas es un libro de fácil acceso, a priori, pero elegante y con un tempo perfecto. No tiene una gran intriga, sin embargo, nos dejaba pegadas a sus páginas, sin ser invasivo. En él, una profesora joven, María, es destinada a un remoto pueblo de las Alpujarras de mediados de los 70, posiblemente Capileira. Allí conoce a las mujeres que lo deambulan, mujeres sombrías, enlutadas y de pocas palabras, como Matilde, la que se podría considerar la curandera del pueblo. Y lo más sorprendente, conoce a Elsa, una chica joven, que se ha autoexiliado a las montañas para poder revivir una y otra vez en soledad el amor apasionado y fantástico que siente por un misterioso Agustín.
Es en el eje de estas tres mujeres en el que se desarrolla la historia. Los zahumerios de Matilde, la melancolía, inapetencia y aparente inacción en la que se ve envuelta Elsa y María como espectadora y narradora de los hechos que allí acontecen. Pero sobre todo sobrevuela toda la narración la luz y las sombras de las oníricas montañas. El silencio entre las callejuelas de un poblado casi desierto.
Contar algo más sería desvelar más de lo necesario de la trama, puesto que se trata de una narración bastante breve, pero todas las que lo leímos tuvimos claro que las vivencias de Adelaida estaban en algo más que simplemente sus experiencias en las Alpujarras, donde ella misma residió durante varios años. Se encuentran recuerdos entremezclados de invenciones, realidades y ficciones. Nos ha impresionado que, a la vez que todas tuvimos la certeza de que lo que ahí se contaba era en parte autobiográfico, Adelaida conseguía salir de su propia historia y contarla desde una tercera voz, esa narradora que es María. Se puede considerar un ejercicio de autoanálisis y valentía formidables.
Es un libro de mujeres, de mujeres rurales, de mujeres que por decisión propia o no, viven en soledad. En la soledad de las montañas.
También es un libro plagado de referencias culturales, artísticas y sociales. Es más, el propio título hace referencia a un relato brevísimo de Kafka, del mismo nombre.
Os invitamos a sumergiros en él, dejaros llevar por sus callejones, sus luces tenues del amanecer entre nieblas y en resplandor de la luz de sol sobre la nieve de las montañas granadinas.
Por último, como club de lectura feminista y como adoptantes de una autora, no podemos dejar de señalar el enorme esfuerzo que nos supone encontrar obras de Adelaida García Morales. Ya sea por descarga, por acceso a bibliotecas públicas o simplemente por compra de segunda mano o nuevo, la bibliografía de Adelaida cada vez nos resulta más sepultada en el olvido, sobre todo si centramos en cualquier obra que no sea El Sur y Bene.
La novela que nos ocupa ganó el premio Herralde y el Ícaro de novela en 1985. Adelaida fue una autora de altura, con no sólo una gran sensibilidad y lirismo en su escritura, sino con un gran bagaje cultural y literario. Prueba de ello es la existencia de estudios de universidades tan lejanas como República Checa en la que se analizan tanto la intertextualidad en El Silencio de las Sirenas, como la tradición expresada en las cartas amorosas que en el libro se plasman.
No podemos dejar de preguntarnos, ¿A qué se debe este silencio forzoso? ¿Por qué es tan difícil adquirir un libro de Adelaida García? ¿Simple casualidad? El hecho de que seamos parte de una iniciativa como Adopta una Autora hace pensar que no.