Hace ya varios meses que en Kódigo Virginia abordamos el libro de Margaret Atwood, el Cuento de la Criada, sin embargo aún no lo habíamos trasladado al blog.
Ha sido a raiz del estreno de una miniserie de HBO que la adapta y de que las compas de Adopta una Autora hayan planteado la lectura conjunta del libro para el mes de mayo, que nos percatamos que no habíamos compartido nuestras impresiones en su momento.
Quizás se nos pasó por el amargo regusto que nos dejó en su momento y, que a día de hoy, todavía perdura. Y es que la historia que narra Margaret resulta terrible, pero por plausible.
Lo terrible, bajo nuestra humilde y feminista punto de vista, es que esa sociedad (que no ciudadanía) dirigida, mutilada, inculta, muda y sometida de la que nos habla Atwood podría estar a la vuelta de la esquina: no es tan difícil convencer a la mayoría de que el horror es amor, de que llevar el rostro cubierto es una forma de respetar y amar a las mujeres. ¿Verdad?
En un mundo durísimo para todos y todas, las mujeres son quienes más difícil lo tienen para sobrevivir (sí, como ahora, pero todavía peor, oh sí). Dicen que es un libro feminista, quizás, probablemente… ¿Lo es? Sí, imaginamos que sí porque está claro que la vida de sometimiento a los hombres y al régimen imperante, la prohibición de la lectura o la de salir en parejas a la calle, el silencio como norma fundamental, la tortura como castigo y la prohibición del sexo por puro placer se plantean en forma de advertencia y de denuncia.
Bien pensado, ‘El Cuento de la criada’ podría ser también una caricatura grotesca y terrible pero cierta de la situación de la mayoría de las mujeres. Lo sea o no lo sea, es muchas otras cosas, tremendas, brutales.
Sea como fuere esta de distopia nos ha dejado un malestar importante, por reconocer muchas pautas de la realidad en la misma.