Como actividad formativa en 2018 y parte de 2019 de nuestra propia asociación y siguiendo una norma no escrita (que los miércoles, si queremos pueden ser lunes) , dedicamos periódicamente algunos miércoles a la lectura y debate del libro de Silvia Federicci, Revolución en punto cero.
La lectura por capítulos, ha sido muy productiva, porque nos ha dado tiempo para repensar, debatir y asimilar teorías y dilemas del feminismo no fácilmente asumibles con una lectura rápida.
Es después de un debate y lectura pausada de todas estas ideas, que pese a ser el resultado de la compilación de artículos publicados en los setenta y los ochenta y en EEUU, que nos hemos sentido interpeladas a replantear nuevas lineas de trabajo y a redefinirnos como grupo.
Las principales ideas que hemos trabajado son:
–Perspectiva política del salario domestico, éste ha sido transformado a través de la historia en un atributo natural en vez de ser reconocido ya que estaba destinado a no ser remunerado.
“Se nos ve cómo brujas gruñonas, no como trabajadoras en lucha”.
El capital creó al ama de casa para servir al trabajador masculino, física, emocional y sexualmente. El problema es cómo se lleva esta lucha fuera de la cocina y del dormitorio a las calles. Puede que no sirvamos a un hombre, pero todas nosotras nos encontramos en una situación de servilismo respecto al mundo masculino.
Todo lo que hemos cocinado, sonreído, follado a lo largo de todos los años no es algo que hiciéramos porque fuese mas fácil para nosotras que para cualquier otra persona sino porque no teníamos otra opción. Nuestros rostros se han distorsionado de tanto sonreír, se nos atrofiaron los sentimientos de tanto amar y nuestra sobresexualización nos ha dejado completamente desexualizadas.
Por ello estábamos con Federicci en su afirmación: Dejad de celebrar el día de la madre, porque es el día de nuestra explotación.
–De porqué la sexualidad ha sido un trabajo para todas, la subordinación de nuestra sexualidad a la reproducción de la fuerza de trabajo ha supuesto la imposición de la heterosexualidad como único comportamiento sexual aceptable. Somos almas incorpores para nuestras amigas mujeres y cuerpos sin alma para nuestros amantes masculinos. Esta división no solo nos aleja de las otras mujeres sino que nos separa de nosotras mismas en relación, con lo que aceptamos o no de nuestros cuerpos y sentimientos.
Estamos demasiado atareadas complaciendo, demasiado temerosas de fallar, para disfrutar. Si estamos ya en la cama los cálculos se vuelven complicados, porque también tenemos que calcular la posibilidad de quedarnos embarazadas, lo que significa que entre jadeo y suspiros tenemos que calcular nuestro calendario menstrual. Fingir excitación durante el acto sexual, en ausencia de orgasmo, también es un trabajo duro, porque cuando finges nunca sabes hasta dónde deberías llegar y siempre acabas haciendo mas de lo que deberías.
De hecho, nos ha llevado un montón de luchas y ha sido necesario empoderarnos para empezar a admitir que nada estaba sucediendo.
-El trabajo invisibilizado, en el nombre de la lucha de clases y en el interés de la lucha de clases, la izquierda siempre ha seleccionado determinados sectores de la clase obrera como sujetos revolucionarios y ha condenado a otros como a un rol meramente solidario. Con estas estrategias la izquierda ha reproducido las mismas divisiones de clase del sistema capitalista.Toda la tradición de izquierdas ha estado de acuerdo en la marginalidad del trabajo de cuidados y reproductivo, dejando al margen de toda lucha a las mujeres. Así, la lógica de un análisis que localiza la opresión de la mujer como resultado de su exclusión de las relaciones capitalistas resulta inevitablemente en una estrategia diseñada para que formemos parte de esas relaciones en lugar de destruirlas.
Desde que el termino mujer se ha convertido en sinónimo de ama de casa, cargamos vayamos donde vayamos con esta identidad y con las habilidades domesticas que se nos otorgan al nacer mujer. Esta es la razón por la que el tipo de trabajo femenino es una extension del trabajo reproductivo.
Durante años el capital nos ha remarcado que solo servíamos para el sexo y para fabricar y criar niños, ésta es la división sexual del trabajo y nos negamos a perpetuarla como inevitablemente sucede si lanzamos preguntas como estas : ¿qué significa hoy ser mujer?. De lo que podemos estar seguras es de qué no somos y nuestra lucha estará en obtener la fuerza para romper con la identidad que se nos ha impuesto socialmente. Es la clase dirigente, o aquellos que aspiran a gobernar, quien presupone que existe una personalidad humana eterna y natural, precisamente para eternizar su poder sobre nosotras.
Nada ha sido tan poderoso en la institucionalización de nuestro trabajo, de la familia, de nuestra dependencia de los hombres, como el hecho de que nunca fue un salario sino el amor lo que se obtenía de dicho trabajo.
–Reconciliar al feminismo con una perspectiva de clase, hoy en día mas que nunca, si el movimiento de mujeres quiere recuperar su impulso y no verse reducido a otro pilar mas del sistema patriarcal, debe confrontar las condiciones materiales de la vida de las mujeres. Queríamos recuperar el control sobre nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, ponerle fin a la esclavitud que supone la familia nuclear y la dependencia de los hombres y explorar que seres humanos queríamos ser una vez nos hubiésemos liberado de las cicatrices que siglos de explotación habían dejado en nosotras. Sin embargo, ningún movimiento puede mantenerse y crecer a no ser que desarrolle unas perspectivas estratégicas que unifiquen sus luchas y que medie entre sus objetivos a largo plazo y las posibilidades del presente. Este sentido estratégico es lo que ha faltado dentro del movimiento de mujeres, que continuamente a pilotado entre una dimensión utópica que plantea la necesidad de un cambio total y la practica cotidiana que ha asumido la inmutabilidad del sistema institucional. El movimiento de mujeres ha obviado durante mucho tiempo la cuestión de la reproducción o h ofrecido soluciones individuales, como el reparto del trabajo domestico. El feminismo debe darse cuenta de que el trabajo no supone una liberación. El trabajo dentro del sistema capitalistas explotación y no hay placer, orgullo o creatividad alguna en ser explotadas.
Durante los años sesenta nos inspirábamos en las luchas de las mujeres vietnamitas, quienes nos mostraron que también nosotras podíamos luchar y cambiar el curso de la historia. Hoy día nos debía de servir de aviso la desesperación que vemos en los rostros de las mujeres mientras se agolpan en los campos de refugiados o mientras deambulan entre las ruinas de sus casas destruidas por las bombas que nuestros recortes salariales han pagado .
A no ser que mantengamos nuestro impulso de cambiar esta sociedad de abajo a arriba, la gomina de ellas puede ser, en breve, la nuestra.
–La lucha feminista y la nueva solución colonial a la cuestión del trabajo reproductivo, tal y como las feministas del CAFA (Committe For Academic Freedom in Africa) han señalado a menudo, las desigualdades que existen entre mujeres a nivel internacional también afectan al movimiento feminista. El acceso a mayores recursos permite a las feministas europeas y estadounidenses imponer sus agendas en las conferencias internacionales y jugar un papel hegemónico en la definición de cómo deben ser las luchas feministas y el feminismo. Así emerge un nuevo sistema patriarcal, que sitúa a las mujeres del “tercer mundo” bajo el control del Banco Mundial, el FMI y de todas las ONGs que gestionan “proyectos generadores de ingresos” y programas de “ayuda”.Estos son los nuevos supervisores explotadores del trabajo reproductivo de las mujeres, y este nuevo patriarcado se apoya en la colaboración de las mujeres europeas y norteamericanas que, como nuevas misioneras, son reclutadas con el objeto de entrenar a las mujeres de las colonias para capacitarlas y que desarrollen las actitudes necesarias para que lleguen a integrarse en la economía global.
Las políticas feministas deben subvertir la nueva división internacional del trabajo y el proyecto de globalización económica del que surge.
Los movimientos feministas a lo largo del planeta exigen la devolución de las tierras comunales, el rechazo al pago de la deuda externa y la abolición de los ajustes estructurales y la privatización de la tierra.
Nos recuerdan que no podemos separar la demanda de la igualdad de la critica al rol que el capital internacional tiene en la recolonización de sus países y que las luchas que las mujeres llevan cotidianamente para sobrevivir son luchas políticas y feministas.
–Mujeres, ancianidad y cuidados, tal y como han afirmado las ecofeministas, la crisis del cuidado de mayores, supone esencialmente una cuestión de genero. Aunque cada vez esta mas mercantilizad a, la mayor parte de esta labor, la llevan a cabo mujeres, y generalmente forma de trabajo no remunerado lo que no les concede derecho a ningún tipo de pensión o ayuda.Por esto paradójicamente, cuanto mas cuidan de otros las mujeres, menos reciben ellas mismas en contraprestación, puesto que dedican menos tiempo al trabajo asalariado que los hombres. Es por esto que casi todas las mujeres se enfrentan al envejecimiento con menores recursos que los hombres. Lo que resulta evidente es que nadie esta reclamando un aumento del gasto en el cuidado de las personas mayores. De aquí la necesidad que desde el feminismo se intervenga para formular iniciativas capaces de reunir a los distintos sujetos sociales implicados en el tema.
–La reconstrucción feminista, necesitamos superar el estado de negación constante y de irresponsabilidad en relación a las consecuencias de nuestras acciones, resultado de las estructuras destructivas sobre las que se organiza la división internacional del trabajo dentro del capitalismo; sin eso, la producción de nuestra vida se transforma inevitablemente, en la producción de la muerte para otras. Es la superación de este olvido donde una perspectiva feminista puede mostrarnos como comenzar desde lo Común y no es posible si nos nos negamos a basar nuestra vida, nuestra reproducción, en el sufrimiento de otras, a no ser que rechacemos una visión de un nosotras separadas de un ellas.La opción que tenemos es crear formas colectivas de vida.
Durante siglos la reproducción de los seres humanos ha sido un proceso colectivo. Suponía el trabajo compartido de familias y comunidades extensas, en las cuales podía confiar la gente, especialmente en los entornos proletarios, incluso tratándose de personas que vivían solas, y gracias a ello la edad avanzada no iba acompañada de soledad.
Afirmar que las mujeres deben tomar las riendas en la colectivización del trabajo reproductivo y de la estructuración de las viviendas no significa naturalizar el trabajo domestico como una vocación femenina. Es mostrar el rechazo al cierre de las experiencias colectivas, del conocimiento y de las luchas que las mujeres han acumulado en relación al trabajo reproductivo, y cuya historia es parte esencial de nuestra resistencia al capitalismo. Hoy en día, tanto para las mujeres como para los hombres, es crucial dar un paso y reconectar nuestra realidad con esta parte de la historia, para desmantelar la arquitectura generalizada de nuestras vidas y para reconstruir nuestras vidas y hogares como comunes.
Es después de un debate y lectura pausada de todas estas ideas, que pese a ser el resultado de la compilación de artículos publicados en los setenta y los ochenta y en EEUU, que nos hemos sentido interpeladas a replantear nuevas lineas de trabajo y a redefinirnos como grupo.
Por un lado entendemos en nuestro pensamiento colectivo que patriarcado y capitalismo se sustentan el uno en el otro, así que no seria una incongruencia que nuestro pensamiento y estar feminista, tuviese que renombrarse como anticapitalista.
Por otra parte podemos sacar la conclusión de que tenemos que tener una visión universal de nuestra lucha, porque si no contamos con el sur, no tendrá sentido.
También necesitamos decir en voz alta que creemos en la capacidad de agencia de todas las mujeres sobre sus cuerpos, y que es partir de controlar nuestro cuerpo_territorio como podremos empoderarnos para que los cambios en la vida de las personas que deseamos sean posibles.
Y para terminar que nuestro grupo es de mujeres y que aunque resulte obvio tenemos que dejar bien claro que caben todas, sin importar sus actividades laborales, orientaciones sexuales o el tiempo que haga de su reasignación de genero.